Aunque por los pelos, escapamos a tiempo para cenar.
Porque una vez superada la impresión de estar entre rejas nos pusimos a trabajar.
Del susto inicial pasamos a la actividad frenética.
De estar paralizados después de escuchar el sonido de celda al cerrar.
¡Clank!
A los gritos de alegría con cada prueba superada.
Cuando nos volvimos a encontrar al final de la experiencia.
Se notaba en las caras la emoción y el alivio.
Y aunque no parábamos de comentar las pruebas ni para las fotos.
Enseguida nos pusimos de acuerdo en había que celebrar nuestra libertad.
Y eso hicimos, disfrutar del picoteo y ponernos al día.
Porque desde la última vez que nos vimos las caras había pasado una eternidad.
En eso invertimos el resto de la noche.
En disfrutar de la compañía y charlar sobre cualquier cosa.
Relajarnos, estar a gusto, compartiendo risas y experiencias.
Porque si en algo somos reincidentes es en disfrutar.
Nos sabemos cual es el plan para la próxima pero te lo contaremos.
Mientras tanto.
Que tengas un gran día.
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